Elhilar

De acuerdo con estadísticas se estima que 1 de cada 6 niños está diagnosticado con algún tipo de trastorno de aprendizaje y desafortunadamente estas cifras aumentan año con año. Ciertamente esto no contagioso y no es cuestión de una epidemia; muchos han sido casos mal diagnosticados por “especialistas” ante la presión social por esta búsqueda constante de estimular tempranamente el aprendizaje y el comportamiento de los niños a semejanza de los adultos. Recientemente, gracias a los estudios generados por imágenes de resonancia magnética y otras tecnologías, los científicos han podido entender algunos de los misterios del cerebro humano, sin embargo temas como aprendizaje, conocimiento y madurez continúan siendo temas de discusión por expertos y por diferentes corrientes. Poco a poco pedagogías no tradicionales empiezan a tener mayor relevancia en la formación educativa al integrar otras herramientas para estimular integralmente el cerebro y a aquellos niños que no alcanzan los estándares propuestos por la educación tradicional. Rudolf Steiner, pedagogo, filósofo y fundador de la educación Waldorf, desarrolló a través de ésta una enseñanza integrada y gradual. El funcionamiento de esta pedagogía atiende mucho a la forma en que el cerebro evoluciona en cada etapa de desarrollo de los niños y adolescentes, y al balance que la persona alcanza entre lo físico, social, emocional, intelectual y espiritual, en otras palabras, manos, cuerpo, mente y corazón. En algunos aspectos y antes de entender los principios fundamentales, muchos podríamos pensar que esta enseñanza casi centenaria es obsoleta y que requeriría algún tipo de actualización al mundo contemporáneo. Contrario a creencia, me resulta muy interesante ver cómo, aún antes de los estudios modernos sobre la educación y la neurociencia, esta pedagogía utiliza herramientas básicas para estimular el desarrollo y aprendizaje, principios y pilares que hoy se incorporan a otros métodos de enseñanza moderna. Como en todas las corrientes, habrá puntos de acuerdo y desacuerdo, sin embargo, las escuelas con principios o con estricto apego a la Pedagogía Waldorf  guardan elementos básicos que para este o cualquier siglo resultan trascendentes en la formación de seres humanos capaces y preparados para la vida y que incluso organismos como la UNESCO reconocen como necesarios para transformar el esquema educativo. Quisiera compartir algunos estudios recientes que fortalecen algunos principios fundamentales de la pedagogía Waldorf y su relación respecto al desarrollo intelectual y humano. Este sistema educativo no sólo sobresale por la parte holística o la parte estética de pinturas hermosas en acuarela o la armonía musical, comprende efectos a nivel neuronal que hacen que este método contribuya acertadamente al proceso de evolución como mejores seres personas. Al final, todo se resume a estimular las conexiones cerebrales enriqueciéndolas con aprendizajes y experiencias y aquí menciono algunas características y algunos estudios recientes que favorecen dichos principios:
  1. El desarrollo del niño es visto como un ente que madura gradualmente.
  2. La pedagogía está basada en tres conceptos integrados: mente, cuerpo y corazón.
  3. La imaginación y creatividad son fundamentales durante cada una de las etapas de desarrollo.
  4. La actividad y el juego constituyen un papel central en el aprendizaje.
  5. La conexión con la naturaleza es indispensable para el crecimiento del niño.
  Maduración y desarrollo cognitivo Independiente del enfoque o disciplina, si el cerebro se divide en tres, cinco, seis o doce partes, se sabe que es un sistema muy complejo que actúa de manera integrada mediante conexiones neuronales que se crean, maduran y desaparecen conforme a cada etapa de desarrollo. Al nacer la estructura cerebral del ser humano está básicamente completa y a lo largo de los primeros dos a tres años de vida se forma una red neuronal casi del doble al de un adulto. Sin embargo, el desarrollo y maduración más elevado se logra con la edad, uso, conocimiento, experiencia y la construcción de caminos neuronales. En el tiempo, nuevas conexiones aparecen, y desaparecen con el desuso y desactivación de éstas. Conforme a un estudio de la Dra. Regalia Melrose, el cerebro madura gradualmente desde los lóbulos inferiores a los lóbulos cognitivos superiores, independientemente de que ciertos estímulos requieran o activen diferentes zonas del cerebro. Explica que el desarrollo del cerebro en los primeros nueve meses, al inicio de querer, luego de sentir y después de pensar, es un espejo del desarrollo posterior del cerebro durante las dos primeras décadas de la vida. En los primeros años la función de la voluntad, del movimiento, sensorial y del hacer son primordiales. En el periodo preadolescente la vida es dominada por los sentimientos y un pensamiento concreto. De los quince a los veintiuno, la función abstracta e intelectual es mucho más activa hasta alcanzar una madurez en los veintes o más. Consecuentemente, se explica la importancia de alcanzar un aprendizaje gradual y no sobre-saturar el neocórtex desde muy temprana edad. Algunos expertos como el Dr. José Antonio Soto atribuyen que una intelectualización precoz genera estrés en los niños por cumplir tareas para las cuales no están emocional ni fisiológicamente preparados, favoreciendo así enfermedades, déficits y trastornos desde temprana edad. Hoy más que nunca habrá que reconsiderar la frase “Menos es más”.   Desarrollo creativo Steve Jobs decía que, “Creatividad es sólo conectar las cosas”. Aunque de forma más compleja, la creatividad se trata de conexiones neuronales. El experto en neurociencias cognitivas de la Universidad de Harvard, el Dr. Roger Beaty, en enero de 2018 publicó el resultado de su investigación en la cual explica que, “el cerebro creativo está conectado de una manera diferente y las personas creativas son más capaces de activar sistemas cerebrales que típicamente no funcionan juntos” e identificó claramente las tres zonas de redes neuronales interconectadas las cuales se ubican en todo el cerebro y no sólo en el hemisferio derecho, como se creía. En los últimos años, la creatividad es una habilidad altamente valorada sin embargo la educación tradicional no procura una currícula formal cuyo objetivo sea estimularla. Según el profesor y conferencista Sir Ken Robinson, “la creatividad en la educación debe ser tan importante como la alfabetización… todos los niños nacen siendo artistas, el problema es seguir siendo artistas al crecer”. La pedagogía Waldorf busca el desarrollo de la mente creativa y utiliza diferentes formas de fomentarla. En 1996, el doctor y profesor Earl J. Ogletree realizó un estudio internacional en el cual comparaba la habilidad mental creativa en niños de tercero a sexto de primaria de escuelas Waldorf y escuelas de educación tradicional mediante la conocida Prueba Torrence de Pensamiento Creativo (TTCT por sus siglas en inglés). De acuerdo con las pruebas, los alumnos de las escuelas Waldorf alcanzaron mayor puntuación en dicha prueba. El estudio atribuye dichos resultados a la moderación de la currícula estandarizada (matemáticas, lenguaje y ciencia), la integración de artes y otros factores en la currícula.   La inteligencia multidimensional Retomando la idea simple de Jobs, si creatividad se refiere a realizar conexiones, podríamos entender a la inteligencia como el proceso de entendimiento de la información y aplicación del conocimiento para entonces poder hacer las conexiones y resolver un problema. Si es original y genera valor, entonces es una conexión creativa. Un grupo de científicos en el 2013 investigaron la correlación entre la creatividad y la inteligencia. Según los estudios, una necesita de la otra; después de un alto umbral, una u otra pueden aumentar y rara vez ambos por igual, pero siempre a partir de un punto de desarrollo conjunto. Dada la coexistencia de ambas, entonces entenderíamos que es necesario desarrollar a los niños desde varias dimensiones, estimulando por igual todo el cerebro. El concepto de Steiner de ciencia, arte y espiritualidad, también llamado mente–cuerpo–alma/corazón, ciencia-arte-holismo y un sin fin de “sinónimos” explican la integralidad del ser humano y nos permite entenderlo como un ente con inteligencia multidimensional. El psicólogo, investigador y profesor de la Universidad de Harvard, Howard Gardner recientemente formuló la teoría de las inteligencias múltiples o multidimensional. Gardner indica que las personas procesan la información de diferentes formas y no existe una inteligencia única. Cada persona tiene ocho inteligencias o habilidades cognoscitivas y cada persona desarrolla unas más que otras: inteligencia lingüística, lógico-matemático, visual-espacial, musical, corporal cinestésica, naturalista, interpersonal/social y la intrapersonal, y ninguna de ellas más importante que la otra. De esta forma, una educación que se enfoca principalmente a las dos primeras, resulta insuficiente si el objetivo es potenciar las capacidades de los niños.   El juego y movimiento La idea del movimiento tiene mucho que ver con el desarrollo neuronal. Albert Einstein decía que formuló su teoría de la relatividad mientras andaba en bicicleta. Tradicionalmente la educación ha sido pasiva, niños sentados y atentos a lo que la maestra enseña. Hoy en día, los conceptos de juego y movimiento ya empiezan a estar presentes en actividades cotidianas de algunas escuelas en todos los niveles, concepto indispensable dentro de la pedagogía de Steiner. Dependiendo de la cantidad y frecuencia, pero se sabe que a nivel neuronal el movimiento produce diferentes sustancias químicas:
  • Acelera la circulación sanguínea, transportando oxígeno y glucosa al cerebro, aumentando la generación de trifosfato de adenosina (ATP) conocida como la molécula de la energía que el cerebro necesita para funcionar activamente;
  • Mejora la secreción del factor neurotrófico cerebral, proteína relacionada con el mejoramiento de las conexiones neuronales (sinápticas), ramificaciones neuronales y remodelar las mismas, mejorando las actividades cognitivas y también regulador del proceso de conducción de información entre las neuronas (mielinización).
  • Liberación de B-endorfinas que inhiben las fibras nerviosas que transmiten el dolor, aumentando el umbral de dolor.
  • Liberación de las sustancias químicas dopamina, serotonina y noradrenalina que ayudan a la regulación de las emociones;
  • Adicionalmente, aumenta el flujo sanguíneo a todo el cuerpo transportando todos los nutrientes, sustancias y oxígeno necesarios para todo el cuerpo y para la regeneración celular.
En otras palabras, mayor movimiento:
  • Beneficia los procesos cognitivos complejos, funciones ejecutivas y la memoria;
  • Favorece a los procesos de atención y concentración;
  • Brinda mayor sensación de bienestar y relajación;
  • Favorece el balance y regulación de las emociones;
  • Reduce síntomas de depresión y estrés;
  • Genera un analgésico natural.
Por su parte el juego, contribuye al desarrollo cognitivo, físico, social y emocional en los niños al activar todos los lóbulos del cerebro, incluyendo los frontales. Las experiencias adquiridas a través del juego crean nuevas conexiones, refuerzan las existentes y construyen circuitos neuronales. En este sentido, el juego tiene también la capacidad de estimular el proceso de mielinización.   Vínculo con la naturaleza La creciente tendencia de la población a concentrarse en zonas urbanas hace cada más limitada la posibilidad de las personas y especialmente los niños, a conectarse y convivir con la naturaleza. En el 2005, en autor y periodista estadounidense, Richard Louv, publicó el libro, “El último niño en el bosque” en donde explica los efectos de la vinculación de la naturaleza en el desarrollo de los niños y la falta de conexión que los niños sienten con respecto a ésta. Louv lo resume en el término “déficit de naturaleza” (NDD por sus siglas en inglés). No obstante que dicho término aún no está reconocido como una condición clínica, es un nuevo hito para nuevas investigaciones. En el 2012 la Universidad del Estado de Carolina del Norte en Estados Unidos publicó la investigación “Beneficios de vincular a los niños con la naturaleza”, en la cual resume diversos estudios de los beneficios sociales, psicológicos, académicos y de salud cuando los niños interactúan diariamente con la naturaleza:
  • Promueve la creatividad y resolución de problemas al desarrollar el juego libre en áreas verdes;
  • Mejora la habilidades cognitivas y de enfoque;
  • Favorece el desempeño académico;
  • Puede reducir significativamente los síntomas del déficit de atención (ADD) aún en niños de 5 años;
  • Estimula la actividad física;
  • Promueve una adecuada nutrición cuando los niños se les permite cultivar su propio huerto;
  • Reduce tasas de miopía ocular en niños y adolescentes;
  • Mejora las relaciones sociales entre los niños principalmente si se propicia el juego libre;
  • Incrementa el autocontrol y reduce el estrés infantil.
Ya sea en las caminatas por el bosque, el juego al aire libre, o aulas al aire libre, los programas Waldorf reconocen los beneficios de la integración e interacción con la naturaleza.   Entendiendo lo anterior, resulta interesante entender todas las nuevas teorías científicas y pedagógicas cuyo objetivo es mejorar la calidad educativa. Sin embargo si recordamos cómo fuimos educados, en realidad la educación no ha cambiado mucho a pesar de la presión mundial para hacerlo. El principal enfoque sigue siendo principalmente el desarrollo “académico”. Lo que sí ha cambiado es la presión por forzara los niños a desarrollarse como lo hace un adulto a temprana edad, subestimando el proceso de desarrollo gradual de pensamiento que permite conectar eficientemente todos los lóbulos cerebrales y focalizándolos a la formación de mejores seres humanos. Para cerrar, quisiera mencionar un último punto a reflexionar. La OECD recientemente ha desarrollado un reporte mundial enlistando los “países más felices” con la finalidad de evaluar por cada país seis variables clave que están relacionadas con el bienestar: ingresos, libertad, confianza, esperanza de vida saludable, apoyo social y generosidad. Durante cuatro años consecutivos, Dinamarca, Suiza, Noruega, Canadá, Finlandia, Nueva Zelanda e Islandia se han mantenido entre los primeros 10 lugares.  ¿Existirá alguna correlación entre los índices de este ranking y en los programas educativos y estilo de vida de éstos países?   Por Mara Salazar, mamá de Elhilar