Las tradiciones no sólo nos ayudan a compartir momentos ricos, divertidos y entretenidos en familia, sino que también son una de las formas más naturales de trasmitir los valores fundamentales de una familia, una cultura y/o una sociedad, de generación en generación. Dentro de la vivencia de la tradición, es muy importante que nos fijemos dónde queremos enfocar nuestra atención y nuestra energía, ya que este será el valor que recibirán nuestros hijos.
El altar de muertos es una tradición muy mexicana, que inclusive es reconocida como patrimonio de la humanidad. Para nosotros en Elhilar es importante que nuestros niños conozcan estas costumbres que son tan nuestras, que definen parte de nuestra identidad y nuestras raíces y las vean como algo propio. Para lograr esto es importante darle un sentido profundo a la tradición y que así los niños se conecten no nada más con la forma sino también con lo que simboliza y representa.
En el caso del altar de muertos, queremos resaltar el honrar la vida de las personas queridas que ya no están con nosotros, poder recordar lo que significaron en nuestra vida y agradecer haberlos tenido con nosotros. En algunos casos la persona venerada no es alguien que los niños hayan conocido en vida, pero al ser una persona importante para nosotros, el oír sobre ella y conocerla a través de nuestros recuerdos, los acerca a ella.
En Elhilar celebramos esta tradición haciendo un altar de muertos con los niños de Jardín de Infancia en el cuál todos participaron decorando y poniendo las fotos de sus seres queridos. Los niños de primaria también hicieron un altar para el cuál cada grado fue responsable de una tarea fundamental: los niños de primaria baja fueron los encargados de hacer las flores de papel, las cadenas de colores y el papel picado; los de tercero y cuarto fueron los responsables de producir hermosas catrinas decoradas de papel mache; y los niños grandes de quinto y sexto tuvieron la retadora tarea de hacer el tapete de aserrín de colores para darle la bienvenida como se debe a nuestros muertos. Primaria alta también nos deleitó con las “calaveritas” que escribieron, con lo cual nos demostraron su capacidad de combinar una buena redacción con una creatividad picaresca.
Al final, mientras admirábamos el resultado obtenido y contábamos historias sobre las personas que “visitaban” nuestro altar, -y en algunos casos mascotas-, disfrutamos de un delicioso pedazo de pan de muerto hecho también por los niños, cerrando así nuestra celebración con alegría y agradecimiento por todas las personas, y mascotas, que han dejado huella en nuestras vidas.
…. y así, hilamos nuestra historia con nuestras tradiciones en comunidad.